EXPOSICIÓN DE LA UNIDAD 5: CAPÍTULO 4
Como indican los Estatutos, la Cofradía está regida, administrada y representada por la Junta de Gobierno. Pero la pertenencia a la Junta no se reduce a una mera gestión administrativa u organizativa sino que trata de una labor de apostolado, de responsabilidad, de servicio a la Iglesia y a los hermanos de la Cofradía.
Porque, ante todo, los miembros de la Junta reciben, del mismo modo que el resto de los hermanos pero de una manera aún más acentuada si cabe, una misión encomendada por la Iglesia y han de actuar en su nombre y siguiendo sus indicaciones. Y en la Iglesia, las responsabilidades no se improvisan, requieren condiciones de idoneidad personal y apostólica, vida eclesial probada, formación, espiritualidad, compromiso. El estilo de participar y colaborar en la Iglesia no se inspira en la organización de la vida política o empresarial, sino en la comunión y corresponsabilidad, que el Espíritu Santo siembra en el cuerpo eclesial de Cristo.
Los dirigentes de la Cofradía han de constituir un núcleo en donde todos remen hacía la misma dirección, cultivando la vivencia de los misterios de Cristo que dan contenido a los fines de la Cofradía.
El Hermano Consiliario, como señalaba el actual Arzobispo de Sevilla Monseñor Asenjo Pelegrina, «actúa en la vida de la Cofradía con autoridad delegada del Obispo, la acompaña para que viva su auténtica identidad cristiana y eclesial, procura la formación de sus miembros, comparte con ellos el pan de la palabra y de la Eucaristía, discierne entre las distintas opciones, aconsejando aquellas que están más en sintonía con el Evangelio y la Doctrina de la Iglesia, es servidor y ministro de la unidad interna de la Cofradía, artesano de la paz, hermano entre hermanos, a la vez que pastor y padre de sus miembros».
Por su parte, el Hermano Mayor es el máximo dirigente de la Cofradía o, lo que es lo mismo, el responsable del nutrido y variado grupo de personas que la componemos. Personas a las que, como el “buen pastor” de la parábola de Jesús (cf. Jn 10, 11-16), bien conoce y por las que se sacrifica, dedicando por ellas tiempo, esfuerzo y no pocas preocupaciones. Y, aunque sólo sea por eso, todos deberíamos prestarle nuestra colaboración y ayuda, aún sin ocupar un cargo en Junta. Si tiramos piedras contra el tejado de quien nos dirige, estaremos arrojando escombros sobre la propia Cofradía, que al fin y al cabo, somos nosotros mismos.
Los Hermanos Mayores de Honor, que tanto aman a su Cofradía y por la que se han desvivido, son los que con su ejemplo diario y su actitud abnegada, deben ser espejo y modelo para todos los demás hermanos, poniendo su experiencia y sapiencia al servicio de la misma y colaborando de forma leal y honesta con el actual Hermano Mayor del mismo modo que ellos hubieran querido para sí.
Y a los demás miembros de la Junta de Gobierno o responsables de cualquiera de las áreas o secciones de la Cofradía les corresponde asimismo actualizar, de acuerdo con la renovación de la Iglesia, los métodos y actividades relacionadas con sus fines. Han de fomentar entre sus hermanos el sentido de pertenencia y la integración en la vida diocesana y parroquial, potenciar la vivencia de los fines propios de la Cofradía y cuidar la mejor participación de todos en los actos que configuran la vida de la misma, favoreciendo una creciente corresponsabilidad en el desempeño de la índole secular común a todos los cristianos.
Consecuentemente, la actitud que han de tener quienes ocupan cualquier cargo directivo no puede ser otra que la de Jesús, que no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida para salvación de todos. Actitudes de servicio y de disponibilidad, que deben ser a su vez las mismas que todos deberíamos tener, sin buscar los propios intereses y renunciando a personalismos y a protagonismos indebidos. Deben dar testimonio de vivir aquellos contenidos de la espiritualidad de comunión para que sirva de ayuda y estímulo para los otros miembros.
Al fin y al cabo, los cofrades debemos buscar el bien de la Iglesia y de la Cofradía y por ello tenemos que elegir a los miembros que mejor puedan realizar los servicios que se necesitan con total compromiso e independencia. Los obispos del Sur de España, en su carta pastoral sobre las cofradías, afirman: «Deseamos que aquellas personas que ejercen cargos políticos, en los que están sometidos a ideologías y a la disciplina de partidos concretos, se abstengan de participar en el ejercicio del gobierno de las Hermandades, de las Cofradías y de sus consejos locales, por ser esta la forma más conveniente de evitar los conflictos de conciencia, de salvaguardar la coherencia y la libertad de la persona».
Conclusivamente, el buen cofrade no rehúye los cargos directivos pero tampoco los busca con ahinco; sabe cuándo es el momento de intensificar su compromiso hacía la Cofradía y también conoce cuando llega la hora de ceder el puesto a otros hermanos para que el discurrir de la institución siga su cauce con naturalidad.
Referencias bibliográficas:
- Carta Pastoral de los Obispos del Sur de España. Las Hermandades y Cofradías, PPC, Madrid 1988, nº 54.
- Juan José Asenjo Pelegrina: “En los comienzos de la cuaresma a los consiliarios, presidentes de agrupaciones, hermanos mayores y miembros de las hermandades y cofradías de la diócesis”. Córdoba, 2009.
- Esteban Romera Domínguez: “La vara dorada y los jarrones chinos”. En “Boletín de las Cofradías de Sevilla” nº 575. Enero, 2007.
- Manuel Ureña Pastor: “Vuestros consiliarios”. En “Semana Santa en Zaragoza” nº 8. Junta Coordinadora de Cofradías de la Semana Santa de Zaragoza, 2008.
- Capítulo 1
Las normas para ser cristiano: El Decálogo y las Bienaventuranzas - Capítulo 2
La Cofradía: una Asociación Pública de Fieles Cristianos - Capítulo 3
Los Estatutos y Reglamentos, cuestión de solidaridad - Capítulo 4
La Junta de Gobierno, expresión de servicio por la Cofradía - Capítulo 5
En la Cofradía, el Amor es el fundamento de todo