Corría el año 1681 cuando, con la ciudad de Zaragoza todavía asombrada y fervorizada por el Milagro de Calanda y el inicio de las obras tanto de la torre de La Seo como del nuevo templo de Nuestra Señora del Pilar, un grupo de feligreses de la Parroquia de San Felipe y Santiago el Menor (ante el inminente derribo de la antigua fábrica del templo para la construcción del nuevo) procedían a desmontar el Retablo Mayor hallando prodigiosamente una imagen que cambiaría por completo la historia de la Parroquia: el "Santísimo Ecce Homo".
En 1681, con la ciudad de Zaragoza todavía seguía asombrada y fervorizada por el Milagro de Calanda, el inicio de las obras de la torre de la Catedral de La Seo y del nuevo templo de Nuestra Señora del Pilar, un grupo de feligreses de la Parroquia de San Felipe y Santiago el Menor, ante el inminente derribo de la antigua fábrica del templo para la construcción del nuevo, procedían a desmontar el Retablo Mayor cuando hallaron una imagen que cambiaría por completo la historia de la Parroquia, la imagen del Santísimo Ecce Homo.
Así lo narraba el Padre Faci a mediados del siglo XVIII: “Grande favor recibió del Cielo la Ciudad de Zaragoza el año 168... en que al renovarse la Parroquial de S. Felipe, sucedió el felicísimo hallazgo de la Santa Imagen del Santo Ecce Homo: estuvo esta muchos años (sin tener de ella noticia, alguno) colocada en el último cuerpo del Retablo del Altar Mayor. y al quitar este para derribar la Iglesia antigua, se halló en él la S. Imagen: fue grande la alegría, que universalmente tuvieron devotos; liego comenzaron a venerarla, y el Señor con liberalidad Divina a dispensarles muchos, y singulares beneficios. La S. Imagen es de Roble, tan dolorosa, y expresiva del original, que parece la formaron manos de Ángeles. Concluida la Iglesia nueva, se señaló en la frente de la nave a la parte de la Epístola, su Altar (que es el principal después del mayor) donde hoy se venera con devoción singular” [1].
Inspirada en modelos flamencos del gótico tardío (siglos XIV-XVI), en realidad no se ajusta a la representación tradicional de su título latino traducido como “He aquí al hombre”, es decir, a la escena del pretorio en que Pilato presenta, a los judíos de Jerusalén, a Jesús erguido, con el manto púrpura sobre los hombros, la corona de espinas sobre su cabeza y en su mano derecha una caña (tal y como describen los Evangelios, cf. Jn 19, 1-6) sino de un pasaje posterior de la Pasión en donde Cristo está sentado en una piedra del Calvario esperando pacientemente ser enclavado en la Cruz y cuya iconografía, originaria de Alemania bajo la denominación de “Christus im Elend” [2], fue ampliamente difundida por toda Europa, especialmente en Flandes y el norte de Francia.
Una imagen que resume en sí misma toda la hondura del sufrimiento físico y psicológico de la Pasión, que apela sobre todo a la piedad y a la compasión, motivos por los cuales era colocado frecuentemente en las capillas de los Hospitales, donde enfermos y agonizantes buscaban la fuerza necesaria para afrontar con entereza el grave trance de la muerte [3] y, como ya sabemos, la Parroquia tenía hospital propio en esa misma época.
La talla realizada en madera de roble, con grandes similitudes con la conservada en la Colegiata de Saint-Ursmer de Binche (Brabante) y con la de la Capilla de San Enrique en la Catedral de Burgos, presenta a Cristo “sentado sobre un poyo que figura ser de piedra; el cuerpo, ligeramente desviado hacia la derecha; la cabeza, con una inclinación mayor; las piernas, retrasada la izquierda en relación con la derecha. La expresión del rostro refleja la intensidad del sufrimiento espiritual y físico padecido en esos momentos; el cabello cae abundante sobre los hombros y se parte en rizos muy menudos; la barba y el bigote, poblados; la boca, entreabierta, deja ver saliva en sus comisuras. La corona de espinas está hecha con ramas punzantes talladas en la misma madera de la cabeza. El cuello ayuda a expresar y aumentar esta sensación de angustia y de dolor por medio de los salientes tendones, que el artista ha sabido colocar en estado de violencia. Todo el resto de la figura está modelado con la intención de aumentar la impresión de dolor de la cabeza y dar un hondo sentido trágico, por eso el tronco aparece abultado por los tormentos, hundido el esternón, y las costillas se transparentan a través de la piel. Los brazos son membrudos y sarmentosos, como las manos, que, atadas por unas gruesa soga, sostienen la caña. Los paños que caen sobre la rodilla derecha, hasta el suelo, son rígidos, angulosos y acartonados y se parten en pliegues muy convencionales y menudos” [4].
Precisamente es en la zona baja de la roca que le sirve de “trono”, en donde habitualmente se ubican unas calaveras con el fin de indicar que la escena tiene lugar en el Calvario pero que, en esta imagen, no aparecen puesto que, posiblemente, el basamento fue mutilado en su lado izquierdo para ser incluida en el retablo mayor de Moreto y Picart.
La gran devoción y veneración popular suscitada desde el mismo momento de su hallazgo hizo que en la Parroquia se fundase la Cofradía del Santísimo Ecce Homo, cofradía que, siglos más tarde, fue reinstaurada con carácter penitencial y procesional en 1948 por iniciativa de Mosén Francisco Izquierdo Molins, consiliario de Acción Católica [5], y que es la encargada de que cada año recorra las calles zaragozanas durante cada Miércoles y Viernes Santo.
A la primitiva Cofradía, fueron concedidas por el Santo Padre Inocencio XI en Bula de 15 de julio de 1682, las siguientes indulgencias [6]:
Primeramente, concede su Santidad Indulgencia plenaria, y remisión de todas sus culpas y pecados a todas las personas que, confesados y comulgados, se escribieren cofrades, el día de su entrada.
ITEM, concede su Santidad Indulgencia plenaria y remisión de todas sus culpas y pecados a todos los cofrades, que confesados y comulgados visitaren la capilla del Santísimo Ecce Homo el día de su festividad, que es a diez de Mayo, rogando a Dios nuestro Señor por la paz y la concordia entre los Príncipes Cristianos, extirpación de las herejías, exaltación de la Sta. Fe Católica y por la salud del Sumo Pontífice.
ITEM, concede su Santidad Indulgencia plenaria, y remisión de todas sus culpas y pecados a todos los cofrades, que confesados y comulgados, o por lo menos contritos en el artículo de la muerte invocares el Dulcísimo Nombre de Jesús, si no pudieren con la boca, con el corazón.
ITEM, concede su Santidad siete años y siete cuarentenas de perdón a todos los cofrades, que confesados y comulgados visitaren dicha Capilla el día de la Ascensión del Señor, y en ella rogaran a Dios por la paz y concordia entre los Príncipes Cristianos, extirpación de las herejías, exaltación de la Sta. Fe Católica y por la salud del Sumo Pontífice.
ITEM, concede su Santidad la misma Indulgencia el día de la Exaltación de la Cruz.
ITEM, concede su Santidad la misma Indulgencia el día de la Natividad de Nuestro Señor.
ITEM, concede su Santidad la misma Indulgencia el día de la Invención de la Cruz, que es a 3 de Mayo.
ITEM, concede su Santidad sesenta días de perdón a los cofrades todas las veces que asistieren en dicha capilla e Iglesia a los oficios divinos, o asistieren en las congregaciones públicas o secretas de dicha Cofradía, o en las procesiones ordinarias o extraordinarias que se hicieren, o asistieren a los entierros, o acompañaren el Santísimo Sacramento cuando se llevare a algún enfermo, y si estuviere impedido, gana esta Indulgencia rezando un Padre Nuestro y una Ave María por la salud de aquel enfermo, o hospedare a los pobres peregrinos, o pusiere paz entre los enemistados, o enseñare a los que ignorar la doctrina cristiana, o rezare cinco veces las oraciones del Padre Nuestro y Ave María por las almas de los cofrades difuntos, o redujere al camino de la salud espiritual a los pecadores, o diese alguna limosna para casar huérfanas, o visitare algún enfermo o encarcelado, y para cualquier obra de misericordia que hiciere. Y también gozan de todos los sufragios que se hacen en dicha Cofradía.
También se advierte que todos los primeros Domingos de mes, por la tarde, se juntan en dicha Iglesia para unos ejercicios espirituales, y se ganan por dicha asistencia muchas Indulgencias.
Con el paso del tiempo, la devoción fue incrementándose obteniendo numerosas gracias y reconocimientos eclesiásticos y espirituales. A través de un breve del Santo Padre Pío VI expedido el 21 de enero de 1783, es declarado el Altar del Santísimo Ecce Homo como "Altar Privilegiado Perpetuo". [7]
Además, a lo largo de los siglos XVIII y XIX fueron concedidas numerosísimas indulgencias concedidas por algunos de los prelados más eminentes de la época. Cardenales como Antonio Sentmenat y Castellá, Antonio Despuig y Dameto, Pedro Inguanzo Rivero, Giacomo Giustiniani y Francesco Tiberi Contigliano (estos, durante su mandato como Nuncios Apostólicos en España); los Arzobispos Metropolitanos de Zaragoza Juan Sánez de Buruaga, Agustín de Lezo y Palomeque, Fr. Miguel de Santander, Ramón de Arce, Manuel Vicente Martínez, Bernardo Francés Caballero; los obispos sufragáneos de las diócesis aragonesas Francisco Porró Reinado (obispo de Tarazona), Jerónimo Castellón Salas (Inquisidor General y Obispo de Tarazona), Eduardo María Saenz la Guardia (Obispo de Huesca), Juan Nepomuceno de Lera y Cano (Obispo de Barbastro), Leonardo Santander y Villavicencio (Obispo de Jaca), Diego Martínez Carlón (Obispo de Teruel) y Jerónimo Fernández de Castro Delgado (Obispo de Albarracín); y otros importantes prelados de otras diócesis españolas como Antonio Allué Sesse (Patriarca de las Indias), Gerónimo María de Torres (Obispo de Lérida), Fr. Veremundo Anselmo Arias Teixeiro (Arzobispo de Valencia), Pablo García Abella (Arzobispo de Valencia), Ramón María Azpeitia de y Sáenz de Santamaria (Obispo de Tudela) o Pedro Manuel Ramírez de la Piscina (Obispo de Ciudad Rodrigo y confesor de la Reina Isabel II).
Aunque si hay un prelado que aumentó y extendió la devoción al Santísimo Ecce Homo ese fue, sin dudas, Su Santidad León XII. En Breve de 10 de Mayo de 1825, concedía Indulgencia Plenaria "a todos los Cofrades y Consortes que confesados y comulgados visitaren la Iglesia Parroquial de los Stos. Apóstoles S. Felipe y Santiago, y rogaren a Dios por la concordia de los Príncipes Cristianos, extirpación de las herejías, y exaltación de la Santa Madre Iglesia, desde las primeras Vísperas hasta las segundas puesto el Sol, en cada uno de los cuatro días señalados por el Ilmo. Sr. Arzobispo D. Bernardo Francés Caballero, a saber: Epifanía, primero de Pascua de Pentecostés, Santísima Trinidad y Martes Santo; y a más siete años y siete cuarentenas de perdón en cada uno de los cuatros días siguientes: Circuncisión, Ascensión, Todos Santos y Nuestra Señora del Pilar", extendiéndola tres días después "en cada uno de los cinco días señalados por el Imo. Sr. Arzobispo, y son la Concepción Inmaculada, Natividad de Nuestra Señora, Anunciación, Purificación y Asunción; y siete años y siete cuarentenas en los días de la Presentación y Visitación, visitando la misma Iglesia en la forma expresada" y "en cada uno de los tres días señalados por dicho Sr. Arzobispo, a saber: San Felipe y Santiago, Invención de la Santa Cruz, y en su exaltación; y siete años y siete cuarentenas en los días de San Pedro y San Pablo, y Santiago, haciendo igual visita".
El 22 de marzo de 1825, elevó Su Santidad el rito de doble mayor, que se rezaba de la Corona del Señor en el día 10 de mayo, al de segunda clase con Octava para la Iglesia de San Felipe y Santiago, concediendo también el 24 de noviembre de 1827 el "privilegio para que en dicha Iglesia Parroquial y después de la Misa Conventual correspondiente al día, se pueda celebrar en una Dominica de cada mes, que no se primera ni segunda clase, ni infraoctavas privilegiadas, la Misa propia de la Corona del Señor" y ampliándolo finamente "a las Dominicas de segunda clase de los doce meses" el 8 de marzo de 1828. [8]
Actualmente el “Ecce-Homo”, que brilla con su mayor esplendor tras la restauración llevada a cabo en 1992 por los talleres del Arzobispado de Zaragoza, dirigidos por Felipe Cervera Vallespí, se encuentra expuesto en la nave de la Epístola bajo un templete neoclásico con columnas de orden corintio inaugurado el 23 de noviembre de 1823, «erigido à expensas, y devocion de D. Francisco Estrèn uno de sus mas apasionados, y debotos Parroquianos» [9] y construido por el arquitecto Antonio Vicente y el escultor alcañizano Tomás Llovet Pérez, director de escultura de la Real Academia de Nobles y Bellas Artes de San Luis de Zaragoza, quién también fue el encargado de ejecutar los ángeles mancebos con atributos de la Pasión que lo flanquean y los seis querubines que ornamentan la cúpula.
La capilla se completa con frescos en la bóveda realizados Narciso Lalana, otro de los directores de la Real Academia -en este caso de pintura-, y adornos al temple en los arcos trabajados por el pintor de cámara Mariano Ponzano. En su lateral, y adaptado a la curvatura del arco del muro correspondiente al primer tramo de la nave derecha, se ubica un óleo sobre lienzo realizado en 1720 por Miguel Lorieri a expensas del tercer marqués de Villaverde, don Miguel Sanz de Cortés Fernández de Heredia, y en el que aparece la imagen del Ecce-Homo sobre un altar rodeado de numerosos devotos tullidos y enfermos (entre los cuales se encuentran, en primer plano, los hijos del citado marqués) que ruegan que la milagrosa imagen les conceda salud. En su parte inferior aparece una cartela con las palabras latinas extraídas del Evangelio de San Mateo (cf. Mt 11, 5) “Caeci vident / Claudi ambulant / Mortuii resurgunt” (“los ciegos ven, los cojos caminan, los muertos resucitan”). [10]
Recientemente, también se ha colgado en el muro un antiguo cuadro del que Abbad Ríos señala que "recuerda la manera de pintar de Verdusán" [11] conservado en las dependencias parroquiales y que corresponde a la "Venida de la Virgen del Pilar" representando la escenografía tradicional de la aparición de la Virgen al apóstol Santiago y sus discípulos convertidos en Caesaraugusta.
Notas de Referencia:
[1] Faci, Roque Alberto: “Aragón, reyno de Christo y dote de Maria SSma. fundado sobre la columna inmóvil de Nuestra Señora en su Ciudad de Zaragoza aumentado con las apariciones de la Santa Cruz”. Zaragoza, en la oficina de Joseph Fort, 1739. Página 45.
[2] Alemania como creadora de este modelo escultórico tiene varias expresiones para designar la iconografía: “Christus im Elend” (Cristo en Aflicción), “Christus in der letzten Rast” (Cristo en el último reposo) o la más conocida en toda Europa, “Christus in der Rast auf dem Kalvarienberge” (Cristo descansando antes de la Crucifixión). En Francia donde también tuvo una gran difusión se le llama “Dieu de Pitié” (Dios de Piedad) o “Le Christ, assis sur le Calvaire, attend son supplice” (Cristo sentado en el Calvario, esperando el suplicio). En Flandes, “Christus op de koude steen” (Cristo sobre la piedra fría), “Rust van Christus” (El descanso de Cristo) y “Christ sur la pierre froide” (Cristo sobre la fría roca). Por su parte, en nuestro país como en América latina, recibe el nombre de “Cristo de la Humildad y de la Paciencia” y el menos frecuente pero muy expresivo de “Señor de las Penas”.
[3] Réau, Louis: “Iconografía del arte cristiano. Iconografía de la Biblia: Nuevo Testamento”, tomo 1, vol. 2, Ediciones del Serbal, Barcelona 1996, pág. 488).
[4] Abbad Ríos, Francisco: “Estudios del Renacimiento aragonés” (Archivo Español de Arte, núm. 75, Madrid, 1946, págs. 217-218).
[5] Acción Católica siempre estuvo especialmente relacionada con la Parroquia, ya que en ella se fundó el 22 de abril de 1925 el Centro de Juventud de Acción Católica de San Felipe, uno de los primeros en nuestra ciudad de esta organización promovida por Pío XI y que fue un auténtico hogar de formación y apostolado que dio origen a no pocas iniciativas de carácter religioso y social en nuestra ciudad.
[6] Bula de la Santa Cruzada, firmada por el Doctor Lazarus Rimeo, off. Ac Vicario General y D. Joseph Exea y Escartín, Comis. De la Santa Cruzada.
[7] El altar privilegiado es aquel al que la Sede Apostólica ha provisto, de modo perpetuo o temporal, de especiales indulgencias en favor de aquellos fieles difuntos en cuyo sufragio se celebra en él la celebración eucarística.
[8] Estos rescriptos pontificios de León XII, junto a la citada bula de Inocencio XI así como las diversas gracias e indulgencias concedidas por los prelados eclesiásticos fueron publicados en 1828 en un documento de 8 páginas bajo el título "Indulgencias concedidas a la devotísima imagen del Ecce-Homo que se venera en la Iglesia Parroquial de S. Felipe y Santiago de esta ciudad de Zaragoza por varios Pontífices y Prelados de la Iglesia".
[9] San Vicente Pino, Ángel: "Años artísticos de Zaragoza, 1782-1833: sacados de los Años políticos e históricos que escribía Faustino Casamayor, alguacil de la misma ciudad"; IberCaja, 1991. p. 285.
[10] Ansón Navarro, Arturo: “Los Hijos del Marqués de Villaverde, tullidos, ciegos y enfermos ruegan ante el Santo Ecce-Homo de San Felipe de Zaragoza que les conceda la salud” en “Cofradía del Santísimo Ecce-Homo y de N.ª S.ª de las Angustias. Cincuenta Años de Gracia” (Ayuntamiento de Zaragoza y Cofradía del Stmo. Ecce Homo, Zaragoza, 1997).
[11] Abbad Ríos, Francisco: "Catálogo Monumental de España. Zaragoza", 2 tomos. Madrid, Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), 1957. Página 90; Camón Aznar, José: "La pintura española del siglo XVII". "Suma Artis. Historia general del arte", vol. XXV. Madrid, Espasa-Calpe 1977. Páginas 194-197.
El texto "El Santísimo Ecce-Homo" creado por David Beneded Blázquez para www.jesusdelahumillacion.org, se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 3.0 España. Zaragoza, 2007-2016.
Fotografía principal: primer plano de la imagen del Santísimo Ecce-Homo durante una de sus salidas procesionales (fotografía de David Beneded). Fotografías secundarias: detalle de las manos atadas portando una caña de oro; perfil del rostro de la imagen y detalle de la corona de espinas; la imagen en su altar de la Parroquia realizado por Tomás Llovet (fotografías de David Beneded).