El tambor, el timbal, el bombo y la corneta se han convertido en una de las señas de identidad más reconocibles de nuestra Semana Santa. Y es que los casí 5000 instrumentos tradicionales que participan en la "Procesión del Santo Entierro" cada Viernes Santo no dejan lugar a la duda sobre el arraigo del "toque" de los mismos. Conozcamos un poco más el origen de esta tradición y de cada uno de estos instrumentos.
El por qué de la percusión se puede encontrar en la explicación dada a principios del siglo XX por el párroco calandino Mosén Vicente Allanegui y Lusarreta [1] simbolizando el duelo impresionante de la naturaleza ante la muerte de Cristo, anunciando a la población la muerte del Señor e imitando su sonido a los fenómenos de la naturaleza acontecidos según la descripción del Evangelio de San Mateo (Mt 27, 51-54).
Su presencia en los actos de la Pasión del Señor hay que buscarla en las localidades turolenses del Bajo Aragón. Aunque su esplendor y en algunos casos, su recuperación, se debe remontar a los primeros años del siglo XX, algunos relatos legendarios narran que en Híjar esta costumbre viene relacionada con el impulso de la devoción local promulgada por la Orden Franciscana hacía 1519, en donde las gentes tocando tambores y calderos y vistiendo sayal negro o pardo se reunían durante el Jueves y Viernes Santo en el monte conocido como Cabezo de la Cruz con el fin de clamar contra la muerte de Cristo [2].
De similar manera, en Calanda se tiene constancia que, a raíz del conocido milagro sucedido a Miguel Pellicer en 1640, se organizó una procesión hasta la imagen de la Virgen del Pilar ubicada en las afueras de la localidad en la que muchos calandinos iban tocando el tambor. Tras este magno acontecimiento el Vicario José Herreros de Tejada y Royo propicia la creación de una guardia romana a la que dotó de una pequeña banda de tambores, conocidos con el nombre de “putuntunes” [3]. También consta que en 1678 y por iniciativa del religioso Fray Mateo Pestel aparecen en la recién creada procesión del Pregón en Alcañiz algunos tambores con la intención de publicar el entierro de Cristo [4].
EL SONIDO EN NUESTRA SEMANA SANTA
En la Semana Santa de Zaragoza, y aunque se tiene constancia a través de las actas de la Hermandad de la Sangre de Cristo de que ya en 1700 aparecían en la Procesión del Santo Entierro “una caja enlutada, un pífano y un tambor” y de que durante todo el siglo XIX y mitad del XX acompañaron a los desfiles procesionales bandas militares que hacían tocar este instrumento, no fue hasta el año 1940 cuando el tambor se introduce en nuestra Semana Santa tal y como hoy lo conocemos. En ese año, la Cofradía de las Siete Palabras y de San Juan Evangelista, fundada por Mosén Francisco Izquierdo Molins (natural de Torrecilla de Alcañiz), va a incorporar en su primera salida procesional en la mañana del Viernes Santo, a un grupo de doce tambores [5].
Al año siguiente, la Cofradía, conocida ya como "la de los tambores", pudo organizar una sección compuesta por 19 hermanos de la propia Cofradía que, ataviados con el hábito con capirote verde, interpretaron algunas de las marchas más populares de Calanda, Híjar y Alcañiz, siendo tal su aceptación que pronto otras cofradías decidieron también incorporar tambores en sus procesiones, bien creando sección propia o a través de bandas militares o paramilitares.
Nuestro actual Arzobispo, Monseñor Manuel Ureña Pastor, tras vivir su primera Semana Santa al frente de la Archidiócesis escribió “Zaragoza ha vibrado al son de las trompetas y del redoblar de los tambores. Era como si los ángeles del Apocalipsis, sin tregua diurna ni nocturna, hubieran sobrevenido de pronto sobre la ciudad y hubieran comenzado a decirnos: ¡Salid de vuestras casas, dejad el sueño, sacudíos la falsa paz en que vivís y mirad el paso de Cristo por las calles, el paso del Señor, que, acompañado de su Madre María, camina a la muerte para salvarnos del pecado! ¡Salid al encuentro del Redentor! ¡No os quedéis en las gradas del estadio! ¡Tomad parte activa en el drama del Redentor!. ¡Haced penitencia y salvaréis vuestras personas!. Hay estrépitos que, lamentablemente, son sólo estrépitos. Pero hay estrépitos que son sonidos fuertes cargados de una honda significación. A esta segunda clase pertenecen los clamores de las cofradías de nuestra Semana Santa.”
LOS INSTRUMENTOS TRADICIONALES
El tambor es, posiblemente, el instrumento más ancestral de la historia de la humanidad y su uso siempre ha estado asociado a aspectos simbólicos, ceremoniales y sacros en todas las culturas.
El tipo de tambor utilizado por nuestra Cofradía y por todas las que conforman la Semana Santa de Zaragoza ha tenido una evolución constante a lo largo de los años. Actualmente está formado por dos membranas o discos de plástico (antaño de piel natural) llamados parches sujetos a través de unos aros de aluminio a un bastidor cilíndrico en forma de tubo realizado en acero o titanio (y que recibe la denominación de caja) y que son tensados por ocho o diez cuerdas de tripa entorchadas de metal, bordones, que cruzan el parche inferior por la mitad. Su sonido se produce al golpear sobre el parche superior o batidor con las baquetas, dos palillos alargados de madera con punta redonda o con forma de bellota.
Complementariamente, desde la Semana Santa 2013, nuestra Sección de Instrumentos incorporó ex-profeso "cajas chinas" en algunos tambores para utilizarlas en algunas marchas (como "los miserables" en la que adquieren especial protagonismo). Dicho instrumento de percursión consite en un taco o bloque de madera, duro, plano y con forma rectangular que se encuentra vaciado a lo largo de medio centímetro aproximadamente en el lateral hacía la zona superior, hendidura que es la que sirve de caja de resonancia. Acoplado a la caja del tambor con unas varillas, se suele situar en la parte delantera del mismo y su sonido, al percutir las baquetas en su centro o en el borde encima de la abertura, es brillante y hueco.
Después de la inclusión del tambor llegarían, como acompañamiento para marcar el ritmo y elementos enriquecedores para favorecer la melodía, dos nuevos instrumentos a en nuestras procesiones penitenciales.
Cronológicamente, el primero en llegar, en 1945 y también de la mano de la Cofradía de las Siete Palabras, fue el timbal.
De características similares a las de los primeros tambores, con parches de piel natural, aunque con varillas metálicas que los tensan y con una caja de madera de mayor altura, su sonido se produce al golpear el parche superior con una maza. Su popular arraigo en la Semana Santa zaragozana viene dado por la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y del Santo Sepulcro ya que en su sección de instrumentos, creada en 1965, únicamente participaban hermanos que tocaban el timbal. Tras unos años, en donde el bombo cobra un protagonismo relevante que hace que el uso del timbal quede estancado, en la actualidad está viviendo sus momentos más álgidos, al ser incorporado en los “piquetes de honor”.
A partir de 1969, se incorporaría el bombo de la mano de la Cofradía del Prendimiento del Señor al incluir en su “Sección de Tambores” unos instrumentos realizados de manera totalmente artesanal, con tablas de cedazo y varillas metálicas, y que fueron conocidos popularmente con el nombre de “paelleras”.
Sin embargo, estos bombos poco tienen que ver con los actualmente empleados en nuestra Semana Santa, los populares “calandinos”. Este modelo de bombo, fue traído a la Semana Santa de Zaragoza desde la citada localidad bajoaragonesa de Calanda en el año 1973 por la Cofradía de las Siete Palabras, tras adquirir tres unidades al reconocido artesano Tomás Gascón.
El “calandino” es un instrumento de grandes dimensiones que se cuelga del hombro de tal manera que el parche sobre el que se golpea quede en posición horizontal (y no en vertical como convencionalmente se coloca en las bandas de música). Los parches son de piel natural (habitualmente de ternera o de cabra), teniendo un diámetro aproximado de unos 80 cm. Es el único instrumento sin gala por lo que va pintado con los colores de la cofradía: blanco la caja y negros los aros.
Como ya sucediera con el tambor, sería incorporado por el resto de Cofradías, debido a que su sonido es más grave y se combina a la perfección con el ronco sonido del tambor, siendo, posiblemente, el instrumento que mejor representa el quebranto de la vida y del dolor humano.
Finalmente, en nuestra Sección de Instrumentos también se incluye la corneta. Este instrumento de viento es, indudablemente, uno de los más evidentes exponentes de la evolución constante que experimenta la Semana Santa zaragozana.
La corneta utilizada en nuestra Semana Santa, en líneas globales, se encuentra afinada en do con cinco notas, "sol-do-mi-sol-do", aunque la última apenas es utilizada. Pese a que nuestra Cofradía su uso se limita, como antaño, a los toques de atención y silencio, el "boom" de la corneta se inicia en 1984 con la creación del Piquete de Honor de la Junta Coordinadora instaurándose, desde ese momento, nuevas bandas de cornetas y tambores en las Cofradías que potenciarán su utilización y ampliarán su repertorio de marchas.
Notas de Referencia:
[1] Allanegui y Lusarreta, Mosén Vicente: “Apuntes históricos sobre la Historia de Calanda” (Calanda, reedición de 1998, pág. 196, 216).
[2] Laborda Gracia, Mariano: “Recuerdos de Híjar” (Centro de Iniciativa Turística del Cuadro Artístico de Híjar, 1980, pág. 422).
[3] Segura Rodríguez, Lourdes: “La Semana Santa en el Bajo Aragón” (Cartillas Turolenses nº 7, Instituto de Estudios Turolenses, 1987).
[4] Taboada Cabañero, Eduardo Jesús: “Mesa Revuelta. Apuntes de Alcañiz” (Zaragoza, 1898, pág. 60-61).
[5] Como indica Mariano Rabadán Pina en su libro “Cincuenta Años de Tambor en la ciudad de Zaragoza” (Cofradía de las Siete Palabras y de San Juan Evangelista, 1996 – pág. 189) en esta primera procesión en la mañana de Viernes Santo del 22 de marzo de 1940 participó una banda de tambores y una corneta del Regimiento de Infantería nº 52, a la sazón de guarnición en Zaragoza, vestidos de tercerol negro, formados de tres en fondo al principio de la comitiva y tocando marchas que el Ejercito utilizaba habitualmente para acompasar el paso lento de los soldados.
[6] Ureña Pastor, Monseñor Manuel: “Las Cofradías y la Semana Santa de Zaragoza” (“Iglesia en Zaragoza”, Publicación semanal de la Diócesis de Zaragoza; nº 1338, 30 de abril de 2006, pág. 5).
El texto "Los instrumentos tradicionales" creado por David Beneded Blázquez para www.jesusdelahumillacion.org, se encuentra bajo una Licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 3.0 España. Zaragoza, 2007-2020.
Fotografía principal: Distintos instrumentos de la sección durante una de las procesiones (fotografía de Mario Gambra). Fotografías secundarias: tambor con caja china y varios bombos durante uno de los ensayor (fotografía de David Beneded); varios instrumentos preparados en el interior de la Parroquia de San Felipe, en los momentos previos a iniciarse la salida procesional (fotografía de Jorge Sánchez); corneta de la sección de instrumentos, encargada de ejecutar los toques de aviso y silencio para iniciar o acabar cada una de las marchas (fotografía de Jesús Guillén).